El trabajo de parto puede empezar espontáneamente de dos formas:
Suele comenzar con contracciones. La mayoría de las mujeres suele describir las primeras contracciones como un dolor similar al menstrual; suele tratarse de un malestar difuso, poco claro, que se localiza en las ingles y la zona lumbar. No es muy común, pero podría ocurrir que las contracciones iniciales se produzcan a intervalos frecuentes y sean muy dolorosas. Sin embargo, muchas mujeres pueden pasar varios días con contracciones irregulares, de preparto, antes de que las hormonas comienzan a producir las contracciones de trabajo de parto.
Alrededor del 15 % de las veces, se rompen aguas antes de empezar a tener contracciones. En algunos casos es tan poco el líquido que es difícil diferenciarlo del flujo normal. En otros casos se trata de mucho líquido y no hay duda de que se trata del comienzo del trabajo de parto. El líquido amniótico suele ser incoloro como el agua y tiene algunos fragmentos blancos, pero a veces puede ser también amarillo o verdoso. Si es de color verdoso significa que el bebe ha defecado.
Ponte en contacto con tu centro hospitalario si crees que has roto aguas. El personal sanitario te recomendará qué hacer y qué pasará a partir de ese momento. Lo más común es, de todas formas, que el agua se rompa hacia el final de la etapa de dilatación.
Fuente: Abascal, G., & Huss, M. S. (2018). Att föda. Bonnier Fakta.