En algún momento suele producirse uno de los cambios más importantes en la vida del niño desde su nacimiento: ¡la adaptación a la escuela infantil o guardería! De repente tus rutinas y la vida diaria vuelven a parecerse un poco a lo que solían ser antes de la llegada del bebé. Después de tu baja por maternidad, donde pasas la mayor parte del tiempo en compañía de un niño activo y que necesitas incentivar todo el tiempo, el comienzo de la escuela infantil podría parecer un alivio muy deseado. Algunos, sin embargo, lo viven con un nudo en el estómago. «El niño es tan pequeño todavía. Es tan solo un bebé. ¡Será uno más entre otros niños!». Y en un segundo toda la baja por maternidad y el tiempo que has pasado con el bebé parecen esfumarse en un suspiro. Si el niño tiene hermanos que van a la misma escuela infantil, la transición suele ser mucho más fácil. La escuela infantil es parte de la vida de la familia y los hermanos más pequeños están acostumbrados a ese entorno cuando acompañan a su mamá o papá a dejar o recoger a sus hermanos.
Sin embargo, cada niño es diferente y adaptar el proceso a su personalidad es la forma más adecuada de comenzar esta etapa. Cada centro tiene sus propias reglas para el proceso de adaptación. Sin embargo, si crees que el niño necesita más tiempo para adaptarse podrías, por ejemplo, ir a visitar el patio de la escuela infantil antes de la adaptación para que el niño se acostumbre poco a poco al personal y a los otros niños. Otra forma de ir preparándolo a la separación es que dejes al niño en casa con una niñera algunas veces. Intenta programar la adaptación mientras sigues de baja para tener mayor flexibilidad y que los primeros días en la escuela infantil sean más cortos.
Los estudios demuestran que asistir a la escuela infantil o guardería aporta varios beneficios. Damos por sentado que el centro es de calidad y que el niño se siente cómodo allí para que su desarrollo sea positivo. Uno de los factores fundamentales para que el niño disfrute de la escuela infantil es haber realizado una adaptación adecuada. Es normal que el niño no quiera que lo dejemos. La separación y el reencuentro son dos ingredientes esenciales en las primeras relaciones de apego del niño. La cinta elástica mental que existe entre el niño y tú se estira muchísimo más al estar separados el uno del otro.
La despedida también despertará sentimientos en la madre o el padre. Las primeras veces que le toca dejar al niño la mayoría se suele esconder en un rincón con los ojos llorosos y se pregunta si a pesar del dolor, vale la pena dejarlo. Si te frustra la situación solo hay que recordar que esta reacción es totalmente humana. Te compenetras con el niño y sus emociones, lo que demuestra tu empatía con sus sentimientos. Demuéstrale que reconoces sus sentimientos para hacer que la despedida sea más fácil: «Ya sé, es difícil tener que separarnos, mi amor.». Al mismo tiempo tienes que ser fuerte y asegurarle al niño que se volverán a ver muy pronto.
Si continuas con el mismo nudo en el estómago una vez que lo has dejado, llama a la escuela infantil tras media hora para preguntar si el niño se ha tranquilizado y si está bien. El personal no solo tiene la responsabilidad de hacer que el niño se sienta seguro, sino que también tiene que poder apoyarte a ti en tu rol de madre o de padre. Depositas muchísima confianza en ellos al permitirles cuidar de tu niño cuando no los conoces aún.
Una vez que la escuela infantil se haya transformado en una parte natural de la rutina diaria la separación será menos dolorosa. Si aun así sientes que te resulta complicado, puedes pedirle ayuda al personal para que encontréis juntos la forma de hacérselo más fácil al niño. Las rutinas suelen servir de ayuda, por ejemplo, decir siempre «Adiós» al irte y que el saludo marque la separación. Algunos niños prefieren una despedida rápida. Otros necesitan un abrazo más largo para estar preparados para la despedida. Es posible que el niño quiera que lo reciba alguien en particular dentro del personal, que le cojan en brazos un rato o jugar con algún amiguito. A veces solo se necesita adaptar el momento en que llegáis a la escuela infantil y lo dejáis, o que lleve siempre su osito de peluche favorito en brazos en el momento de la despedida.
La elección de quién acompañará al niño durante la adaptación suele ser una cuestión práctica que se decide en función al trabajo que se tiene o a la baja. Si sois dos, lo ideal sería que la persona que esté más relajada se encargue de la adaptación. A veces funciona exactamente la estrategia opuesta; la madre o el padre que más nervioso está frente a la adaptación es el más adecuado para ocuparse de ella. La adaptación es la oportunidad de conocer al personal y el entorno de la escuela infantil elegida. Es de suma importancia que la institución dé seguridad y tranquilidad a las madres y padres. Se trata de una parte de la jornada del niño donde pasará varias horas por semana y la idea es que todos en la familia se sientan seguros al dejarlo allí.
Fuente:
- Bergström M., (2021) Lyhört föräldraskap. Bonnier Fakta
- Bergström M., (2012) Att bli mamma. Tankar och känslor kring att vänta, föda och leva med barn. Bonnier Fakta